TIN MAL, LA GRAN MEZQUITA BEREBER DEL ATLAS


En la pequeña aldea actual poco delata la importancia de la ciudad que aquí se asentó y de la que solo queda su monumental mezquita.

Fachada oriental de la mezquita de Tin Mal
Tin Mal (o Tinmel) se encuentra en pleno Alto Atlas a unos 100 kms. de Marrakech, en la carretera que sube al puerto de Tizi n'Test, camino de Taroudant. Cuna del imperio almohade que desde aquí se impuso al almorávide en el siglo XII. Fue construida en 1156 por Abd el Moumen, en honor del fundador de la dinastía almohade Mohamed Ibn Tumart que ya había construido aquí una medersa. Su imperio se extendería hasta ocupar todo el sur de la Península Ibérica.


Explicaciones junto al mihrab (izq.)



Arcos túmidos del  haram o sala de oraciones
Tras regresar en 1106 de un viaje a la Meca, Mohamed Ibn Tumart comenzó a predicar una visión ultraconservadora del Islam basada en la unidad indisoluble de Dios y el estricto cumplimiento y acatamiento de los preceptos coránicos, desterrando cualquier tentación de interpretar la Palabra del Profeta mas allá de su estricto significado. Huyendo de las consecuencias políticas que sus prédicas acarreaban, al ser su doctrina una constante crítica a  la laxitud religiosa de los almorávides en sus últimos tiempos, Bibn Tumart se estableció en el Atlas, en el alto valle del Nfiss, donde se asentó y aglutinó a su alrededor a numerosas tribus bereberes, fascinadas por la palabra del que identificaban como Mahdí o "enviado de Dios". Mandó edificar una ciudad, Tin Mal, desde la que poder extenderse, soñando con un Islam unitario (al muwahid), cuya derivación fonética castellana ha dado nombre a su movimiento y a la dinastía fundada por sus seguidores: los Almohades.
Desde Tin Mal, los Almohades fueron ampliando su influencia y conquistando sucesivos territorios, hasta la caída definitiva de Marrakech en 1146, a manos de Abd el Moumen, sucesor de Ibn Tumart.
Una vez asentado en el poder, Abd el Moumen declaró a Tin Mal ciudad santa, por hallarse en ella la tumba del fundador -muerto en 1.130-, y en su memoria, mandó construir en el interior de la entonces ciudad amurallada, una imponente mezquita que recordara siempre las enseñanzas del guía espiritual.
Si bien Marrakech continuó siendo la capital, Tin Mal era el lugar elegido como descanso eterno de los sultanes, y -según cuentan- donde se guardaban sus riquezas.


Minarete, quibla y torreón noreste
Pero la Historia se repite y así tras la caída de los Almohades y el ascenso al poder de sus rivales los Benimerines, en el año 1.276 Tin Mal fue saqueada y las tumbas de los sultanes y de Ibn Tumart profanadas. Cayó luego en el olvido y únicamente la mezquita ha llegado hasta nuestros días, a duras penas pero manteniendo su elegancia de líneas y sobriedad, recordándonos su antigua condición de Ciudad Santa y su relevancia histórica.

Excepcionalmente la mezquita puede visitarse por los no musulmanes (también la de Hassan en Casablanca). Inspirada en la mezquita de Taza servirá de modelo a la Kutubya de Marrakech.
Tiene todos los elementos de las mezquitas norteafricanas y de Al-Andalus: patio o sahn, sala de oraciones o haram y mihrab orientado a La Meca.
Al usarse para guardar el tesoro del imperio se le confirió la estructura de una fortaleza. Han desaparecido dos de sus torres esquineras y toda la techumbre, que debió ser artesonada de madera. Algunas puertas pasan por ser originales.
Portada del mihrab
Construida en ladrillo con gran austeridad, su planta es rectangular con T inscrita. Conserva el mihrab y los pilares y arcos sustentantes. Los sencillos pilares sostienen arco de herradura apuntados o túmidos, que sólo trabajan como tales en su parte superior. El alfiz no es tangente y se desplaza hacia lo alto. Arcos  mas decorativos lobulados en la nave transversal y de lóbulos verticales en la maqsura. A destacar las cúpulas de las esquinas y del mihrab, cuadradas y octogonal de toscos mocárabes.


Bóveda octogonal de mocárabes



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