EL ATLAS, DE DESGRACIADA ACTUALIDAD

Mi pueblo. Dibujo de una niña de la escuela de Ichbakkan, en el valle de la Tessaout
Todos los medios se han hecho eco del desgraciado accidente de dos espeleólogos españoles en un profundo barranco del Atlas marroquí que ocasionó la muerte de uno de ellos, y de la dramática e inútil lucha durante cinco días de un tercero, único superviviente, por salvar la vida de su compañero herido. Todos han criticado la organización del rescate por parte de las autoridades marroquíes y la falta de preparación de sus gendarmes pero, sobre todo, su negativa arrogante a permitir la colaboración de amigos de los accidentados desplazados al lugar con medios suficientes y las tardanza en admitir la ayuda de especialistas españoles dle GREIM. Finalmente nadie ha entendió las explicaciones dadas por nuestro ministro de Exteriores y menos su tibieza a la hora de valorar la desafortunada actuación de Marruecos

Pero muy pocos saben con certeza dónde está ese barranco ni qué habían ido a hacer allí los tres amigos.


¿Qué hacían allí?
Aunque pertenecían a la Federación Andaluza de Espeleología no practicaban espeleología propiamente que, como todo el mundo sabe, consiste en recorrer cuevas, simas y galerías subterráneas. Lo que habitualmente se hace “bajando” desde la superficie al interior de la Tierra. Fueron a practicar barranquismo que es una modalidad deportiva a medio camino entre la espeleología y el montañismo y que practican aficionados de ambas disciplinas. El también llamado canyoning se desarrolló en la segunda mitad del siglo pasado en el Pirineo central y consiste en recorrer ríos, barrancos y torrentes profundamente encajados en el terreno por la milenaria erosión, es decir, cañones.
El recorrido suele hacerse en sentido descendente sorteando derrumbes, nadando en badinas, atravesando angosturas, saltando a pozas y, con frecuencia, rapelando resaltes y cascadas que sin esta técnica serían infranqueables. De aquí su proximidad a la espeleología.
Pero el medio es al aire libre y no subterráneo; y el entorno es montañoso con lo que entran en juego factores como la nieve, el frío, las tormentas, los desprendimientos… que acercan la actividad al montañismo.
Por todo esto su práctica peculiar se inscribe en las dos federaciones.
Y además, aunque no es habitual, puede practicarse remontando el barranco, con lo que entonces serán más útiles las técnicas y los materiales de escalada que los de espeleología. Que es lo que parece estaba haciendo la cordada en cuestión.

¿Un barranco cerca de Ouarzazate?
Ouarzazate sólo es una pequeña ciudad con aeropuerto en la árida llanura que precede al desierto del Sahara. Los barrancos están todos ellos más al norte, en la cordillera del Atlas. Son las gorges en francés (aca en bereber local) Pero son muchos y bien distintos. Todos bellísimos. Algunos, recorridos por carreteras como las gargantas del Dadés, son ya pasto de los grupos de turistas. Otros, bien comunicados y llanos como las gargantas de Todra, están inundados de andarines de tacón.

Las fuentes de la Tessaout en el plató de Tarkeddit
Pero la mayoría, en el interior de la cordillera, están lejos, a bastante altura y sólo se llega hasta ellos a pie, como el Aca n´Taghia, el Aca n´Tafraout… Suelen estar desiertos.
Como el barranco de Wandras que nos ocupa, perdido en pleno macizo montañoso del Mgoun, el segundo en altura de toda la cordillera después del Toubkal y que también supera los 4000 metros, que no es una nimiedad. Lejos de Ouarzazate y de Marrakech. Lejos de cualquier sitio.

A los pies del Mgoun una gran meseta llamada Tarkeddit alberga un pequeño y precario refugio como base para su ascensión después de dos días de aproximación. En verano suben hasta aquí, a casi tres mil metros, los pastores nómadas desde el Sáhara con sus rebaños de ovejas, de cabras, de dromedarios incluso. Todo es precario y chocante en estas montañas. Allí están las fuentes de la Tessaout, uno de los ríos más importantes de la cordillera del Atlas. Todavía es sólo un hilillo de agua que recorre manso la llanura verdeando sus orillas hasta que toma pendiente, se clava en el terreno y se precipita mil metros abajo durante ocho kilómetros formando el cañón de Wandras. Después se desparrama haciendo posible la vida en todo el alto valle de la Tessaout, desde Tasgawalt hasta Toufrine por donde ahora pasa una carretera. Pero eso son dos días de camino. O muchas horas por pistas infames en infames microbuses. Los habitantes del valle, los imazighen, tienen sus propios todoterreno 4X4: las mulas.


Situación de la garganta de Wandras, Alto Atlas Central, macizo del Mgoun.


¿Cómo son las gorges de Wandras?
La garganta es bellísima por sus formas, sus colores, sus cascadas, sus sonidos, pero apabullante por sus colosales dimensiones. Y solitaria porque para los naturales no conduce a ninguna parte. Recorrerla no es especialmente difícil… en verano; con poca agua, temperatura agradable, tiempo estable… conociendo el camino, superando algún resalte (II-IIIº), dando con la repisa adecuada, llevando algo de material de escalada…
Pero, en plena cordillera, el invierno no se ha ido del todo en abril aunque sea Marruecos. El frío, la nieve, el caudal hacen el recorrido difícil y arriesgado. Sin contar con los peligros objetivos de crecidas inesperadas por tormentas o deshielo, desprendimientos de piedras desde gran altura, espontáneos (porque la roca es de mala calidad y está muy quebrada) o provocados (por caballerías que transitan por el soleado camino de la orilla derecha justo encima de los cortados).

En la guía sobre la Gran Travesía del Atlas Marroquí (GTAM), un clásico, Michel Peyron describe así el recorrido en sentido ascendente:

Garganta de Wandras
“…De junio a septiembre. Para montañeros con nociones de escalada:
Desde la entrada de la garganta, remontarla de meandro en meandro, cruzando el río en numerosas ocasiones y superando algún resalte que precisa de fáciles trepadas.
Evitar estar en la garganta después del mediodía.
Se llega a un primer estrechamiento; superar la pared al lado de la cascada (fácil).
Más adelante se llega a otro obstáculo, éste infranqueable. Para salvarlo, unos 200-300 metros antes hay, en la orilla izquierda, un diedro que debe subirse (IIIº) hasta que se encuentra una repisa horizontal en lo alto. Utilizar una cuerda de 40 metros.
Más arriba aún quedan algunas dificultades pero son menos importantes. Si se quieren evitar o si el tiempo apremia, tomar la primera escapatoria que permite alcanzar el plató de las fuentes de la Tessaout…”

Sin darle mayor importancia.

¿Qué montañas son estas?
El Atlas es la cordillera más importante del norte de África. Se prolonga desde Agadir hasta Túnez, pero sólo en Marruecos está constituida por varias alineaciones, Atlas Medio, Antiatlas y, la más importante, Alto Atlas donde se concentran las cumbres más elevadas, los valles más verdes, los pueblos más auténticos y los barrancos más profundos. 
Pero aunque a Marrakech, la la puerta al sur de Marruecos, se vuele fácilmente desde Europa. Aunque exista un turismo convencional en torno a su medina y su plaza de Jemaa el Fna. Aunque muchos amantes de la montaña vengan sólo para subir el Toubkal, techo del norte de África, que está a menos de cien kilómetros. Otros quieren ir más allá, alcanzar el misterioso volcán Siroua, o intuir el largo espinazo nevado del Ayachi. Pero para esto hace falta otra predisposición.

La Tessaout a la salida del cañón de Wandras,
desde el tizi n´Rougault
Como si se busca alcanzar el cañón de Wandras; queda una larga aproximación por malas carreteras y peores pistas hasta el valle de Bouguemez o de Aït Boulli al norte, hasta el valle del Mgoun al este o hasta el valle de la Tessaout al oeste, sus tres posibles accesos. Muy lejos y muy arriba. Los bereberes del país se mueven con soltura en minibuses destartalados de ocho plazas donde se apretujan más de una veintena, sus bultos y sus animales. Una vez allí, las aldeas carecen de una verdadera infraestructura turística, a lo más algunos albergues (gîtes) fríos pero acogedores. Ni el viaje es seguro ni la estancia es cómoda.
Más arriba de los campos de cereales y frutales junto a las casas de barro, los ralos bosquecillos siguen proporcionando leña a los hogares; más arriba aún, las zonas pastoriles siguen siéndolo en verano como hace siglos y multitud de caminos de herradura conectan los distintos niveles y los diferentes valles. La vida no es fácil para sus gentes.
Todo ello es lo que busca el viajero de aventura: lejanía, incomodidad y autenticidad. Por eso va al Atlas, a los Andes o al Himalaya. Y sabe que no va a un parque temático.

¿Y el país?
Marruecos es el oriente más cercano para los españoles, con el choque económico, social y cultural que esto supone a solo dos horas de vuelo. Lo que se convierte en un salto abismal lejos de las ciudades, sobre todo en las zonas montañosas. Un salto incluso en el tiempo, al tiempo en que también España era así hace cien años: pobre y malnutrida, rural y machista, ignorante y fanática. En Pirineos, en Picos, en los Ancares, en las Alpujarras…
Un país subdesarrollado, como siempre, por el desigual e injusto reparto de una riqueza ya escasa, a lo que su pasado colonial no ha ayudado mucho y el presente en manos de la familia real y las élites tampoco.

Últimos campos en Tasgawault
En lo que concierne a los extranjeros que se adentran en sus montañas, todos saben que podrán contar con la ayuda incondicional de los lugareños: cocineros improvisados, muleros de fortuna, “guías” titulados apresuradamente en la escuela de Tabant… los mismos que harán lo imposible por sacarles de un apuro si se diera el caso.
Pero poco más. No hay gendarmería de montaña, ni cuerpos de rescate, ni helicópteros especializados; ni para los de aquí ni para los de allí. Se puede improvisar pero acabará siendo una dramática chapuza. Se puede aceptar la ayuda exterior, pero ¿también se ofrecerá cuando un pastor bereber se enrisque buscando una cabra en los cortados de Taghia? 
Aún así, ¿debieron presionar más las autoridades españolas? Y ante el fatal desenlace ¿no ha sido su reacción excesivamente conformista? ¿Hubiera sido la misma si la desastrosa gestión del rescate la hubiera hecho el gobierno de Venezuela?
Guste o no, conviene no olvidar que Marruecos es nuestro desastroso pero inevitable aliado en el Magreb, nuestro perro guardián frente a la oleada migratoria, nuestro gendarme frente al islam más radicalizado.

En fin, ahora que la actualidad de la noticia va decayendo y antes de que otras la arrumben en el olvido, aún podemos hacernos todas las preguntas que queramos sobre por qué sucedió lo que sucedió, aún podemos lamentarlo, indignarnos, exigir responsabilidades... pero, conociendo la realidad, lo que no podemos hacer es sorprendernos.


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